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La política en las novelas de Argentina Díaz Lozano (página 2)




Enviado por Ariel Batres V.



Partes: 1, 2

? Sandalias sobre
Europa (1964), libro de crónicas. ? Historia de
Centroamérica (1964). Especial para estudiantes de
enseñanza media (secundaria). Guatemala : Editada por
?Cultural Centroamericana, S.A.?. ? Aquí viene un hombre :
biografía de Clemente Marroquín Rojas ;
político, periodista y escritor de Guatemala (1968). ?
Walt Whitman /Primer poeta auténticamente americano
(1976); Guatemala : Servicio Informativo y Cultural de los
Estados Unidos. ? Vista aérea sobre Honduras. Compendio
geográfico e histórico. Símbolos. (1980-
1984, ilustrado), 17 pp.: edición única. Sin datos
de lugar o fecha de publicación. 32 Artículos de
prensa ? Véase los periódicos guatemaltecos: Diario
de Centroamérica, El Imparcial (columnas ?Para ellas? y
?Con vosotros?), Prensa Libre y La Hora (columna ?Jueves
literarios?). Las tres novelas que aquí se anotan como
inéditas son mencionadas en Albizúrez Palma,
Francisco y Barrios y Barrios, Catalina; Historia de la
Literatura Guatemalteca. Op. Cit. página 285. No se
encontró el documento, que según algunos tiene una
extensión de 34 páginas pero en Google libros se
indica 47. Véase: Ávila, Myron Alberto; De aparente
color rosa. Op. Cit., páginas 103 y 270. Ávila,
Myron Alberto; De aparente color rosa. Op. Cit., páginas
259, 262 y 270. 20

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III. ? ? ? ? 33 34 RESEÑA DE ALGUNAS NOVELAS
POLÍTICAS Aunque en algunos catálogos de
librería las novelas publicadas por la escritora
hondureña Argentina Díaz Lozano (1912-1999) son
clasificadas como de color rosa, siguiendo el refrán
popular puede afirmarse que no todo es color de rosa en su
producción literaria y que tras el título sugerente
de amores y desilusiones de que tratan algunas, el lector avezado
encontrará que la autora esconde toda una historia real
envuelta en el ropaje del misticismo, romanticismo y de un color
desleído para no pasar por historiadora, y eso que tiene
en su haber un libro de historia de Centroamérica para
estudiantes de nivel medio de la educación, publicado en
1964. 33 Un interesante análisis de varias obras de la
novelista lo ofrece el guatemalteco Ávila, Myron Alberto;
De aparente color rosa. Discurso sentimental en las novelas de
Argentina Díaz Lozano. Tegucigalpa, Honduras : Editorial
Guaymuras, 2010, atreviéndose quien esto escribe a
publicar un comentario en su oportunidad acerca de tan
magnífica obra. 34 Ejemplos de novelas rosa de Argentina
Díaz Lozano que no necesariamente tienen relación
con dicho color más que en su título, son las
siguientes: 49 días en la vida de una mujer (1956) Y
tenemos que vivir… (1960) Aquel año rojo (1973)
Eran las doce… y de noche. Un amor y una época
(1976) Las cuatro han sido seleccionadas porque tienen un
denominador común: tratan de un asunto político que
se desarrolla en Guatemala o bien en Honduras (caso de Aquel
año rojo). Otra característica es que no indican el
nombre del país en cuestión sino que la autora
inventa uno (San Julián por ejemplo, para referirse a
Honduras donde funciona La Compañía frutera
–la Cuyamel, nombre que la autora cambia por
Cutamel–,) o bien señalan genéricamente un
país centroamericano. Pero las señales son
evidentes. No pueden incluirse en la selección anterior
novelas como Mayapán (1950) o Fuego en la ciudad (1966),
porque aunque ambas tienen un escenario histórico
(Yucatán en 1511 y Nicaragua en 1856), el contenido no
trata directamente problemas políticos sino del primer
mestizaje en Yucatán y de la invasión filibustera
en Nicaragua. Díaz Lozano, Argentina; Historia de
Centroamérica /Especial para estudiantes de
enseñanza media (secundaria). Guatemala : Editado por
Cultural Centroamericana, S.A., impreso por Editorial San
Antonio, 1964. Batres Villagrán, Ariel; Comentario a ?De
aparente color rosa? de Myron Alberto Ávila. Posteado por:
diariodelgallo el 18 de febrero de 2011
http://diariodelgallo.wordpress.com/2011/02/18/comentario-de-ariel-
batres-villagran-a-de-aparente-color-rosa-de-myron-alberto-avila/#comment-2409
21

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Ciudad Errante (1983) tampoco cabe en esta selección de
novelas políticas de Díaz Lozano, toda vez que esta
se refiere a las tres traslaciones que tuvo la ciudad de
Guatemala entre 1524 y 1776, con un personaje que en cada
época es el mismo, cual si fuera el judío errante.
Igual cabe decir de la novela Caoba y orquídeas (1986) en
la cual la autora desarrolla la trama en la ficticia ciudad de
?Bananika?, creada en clara referencia a la población de
Bananera en dicho departamento de Guatemala, donde un contratista
maderero hace negocios con La Compañía, toda vez
que aparte de dicha relación todo el contexto
romántico se reduce al caso de la infidelidad de dicho
contratista para con su esposa. Ergo, en páginas que
siguen se efectúa un modesto análisis de las cuatro
novelas aquí denominadas políticas, y por tanto lo
de color rosa es solo una traza que por su título
podría confundir al lector que solo se ?orienta? por el
mismo sin ver el contenido. 22

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1. 49 días en la vida de una mujer (1956) Foto c. 1956 49
días en la vida de una mujer. Novela histórica.
México : Editora Latino Americana, S.A., 1956. El autor de
estas líneas se atrevió a construir el Ensayo 49
días en la vida de una mujer y Guatemala
desgarrándose en 1954, a través del cual
efectúa el análisis de la novela 49 días en
la vida de una mujer con el agregado acerca de la rasgadura que
sufría el país en junio de 1954 –caída
de Jacobo Arbenz Guzmán– y el arribo al poder de
Carlos Castillo Armas, tema alrededor del cual gira dicha novela.
Dicho Ensayo fue publicado en las siguientes ediciones digitales:
? The Blackbox, La Bitacora Economica y Política de
Guatemala, 12 de octubre de 2010, en el post ?La
contrarrevolución de 1954 en una novela?
http://ca-bi.com/blackbox/?p=4321 ? El Diario del Gallo, 18 de
octubre de 2010
http://diariodelgallo.wordpress.com/2010/10/18/49-dias-en-la-vida-de-una-mujer-y-
guatemala-desgarrandose-en-1954-por-ariel-batres-villagran-ensayo/
? Monografías.com, 19 de octubre de 2010
http://www.monografias.com/trabajos-pdf4/dias-vida-mujer-guatemala-
desgarrandose/dias-vida-mujer-guatemala-desgarrandose Por
tal razón, del Ensayo citado se toma únicamente lo
referente a la ?Presentación?, para conocimiento de los
amables lectores, siendo que ésta contiene en sí la
reseña de dicha ficción. La misma se inserta a
continuación textualmente, aunque en algunos tramos se
23

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adicionaron elementos no incluidos en la versión original,
lo cual se advierte en las respectivas notas aclaratorias. En
1956 la escritora y periodista hondureña Argentina
Díaz Lozano (1912-1999) publicó en México su
novela 49 días en la vida de una mujer, misma que lleva el
subtítulo de Novela histórica. Como la portada
sugiere que se trata de un novela rosa, el lector se lleva
tremenda sorpresa al enterarse –por su contenido– que
la autora expone un asunto político, desde su propia
óptica claro está, como lo fueron los días
que precedieron la caída del Presidente Jacobo Arbenz
Guzmán (1913-1971) el 28 de junio de 1954, y cuatro
días más que concluyen el 3 de julio de dicho
año en que hace su entrada ?triunfal? a la capital el
Teniente Coronel Carlos Castillo Armas (1914-1957). La novela,
que en el presente Ensayo podría anotarse como ?49
días de felicidad?, debe su nombre original y el
respectivo subtítulo, a que los hechos que describe se
desarrollan entre el 16 de mayo y 3 de julio de 1954. Aunque
nunca indica el nombre del personaje principal, ?Ella?, ni el de
su amor otoñal, ?Él?, no por ello el lector
perderá el interés de saber en qué consiste
la verdad que explicará a todos, especialmente a su
familia de quien no se sabe si está integrada por un
esposo e hijos, pues a través de sus páginas da la
sensación que quiere contar acerca de una posible
infidelidad o bien de un embarazo fuera del matrimonio, para al
final llegar a deducir –pues la autora no lo aclara
abiertamente– que ?Ella? es una mujer viuda que decide
volver a empezar su vida con una pareja, ?Él?, a quien en
la novela sólo ve furtivamente, en casas de amigas,
cafeterías del centro de la ciudad o en el Cerrito del
Carmen donde concluye la historia. Esto es: la autora sabe
mantener la expectación en el lector respecto a
cuál será el gran secreto de ?Ella?, cuál su
verdad definitiva, toda vez que en páginas salteadas va
contando en frases cortas qué es lo que quiere: salir de
la rutina casera, ser ella misma y dejar de seguir siendo tratada
como objeto en su propia casa, por los suyos –tal vez
hijos– donde prácticamente con la única
persona con quien habla es ¡con la cocinera!, a quien
imparte órdenes respecto al menú del día y
que a veces le lleva chismes de lo que sucede en la calle, por
esos días en que los aviones P-47 Thunderbolt del
ejército norteamericano lanzaban panfletos conteniendo
arengas dirigidas al pueblo para que apoyara la
?revolución? de Castillo Armas, mismos que del 18 al 20 de
junio ametrallaron el Palacio Nacional y otros objetivos
militares, situación que Díaz Lozano describe
admirablemente, con pasión y hasta en forma
cáustica, lo cual es natural si se toma en cuenta que al
haber publicado la novela en 1956 se exponía a ser
detenida si criticaba abiertamente al régimen
anticomunista, al que de hecho admira o por lo menos
confía en que hará su mejor papel, en tanto que su
?líder rebelde? ama entrañablemente a Guatemala, y
por nada del mundo antepondría sus intereses personales a
los del país; por lo menos eso es lo que ella dice.
Empero, no se piense que Díaz Lozano simpatizaba con el
gobierno de Jacobo Arbenz por el hecho que en algunas
páginas reconozca las oportunas decisiones que tomó
en bien del país; a éste también lo
cuestiona y le atribuye la culpa de la intervención
–a la que 24

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35 denomina revolución– por atreverse no sólo
a poner en vigencia la Ley de Reforma Agraria sino a expropiarle
a la United Fruit Company (UFCo) sus propiedades; suficiente era
con el Código de Trabajo que dejó Juan José
Arévalo en 1947, como para pretender llevar a cabo medidas
de corte socialista sin tomar en cuenta que allá en el
Norte el Gobierno de los Estados Unidos estaba muy cerca, y
éste no iba a permitir que un país subdesarrollado
cayera en la órbita de la Rusia Soviética. Una
muestra de lo que Díaz Lozano opinaba de Arbenz se
encuentra en su Historia de Centroamérica (1964) donde
refiere que la obra de Juan José Arévalo fue
notable, en tanto que la del ?Soldado del pueblo? imprudente:
?[…] El Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, muy popular
entre el pueblo durante esa época. Asumió el mando,
en marzo de 1951. Arbenz gobernó con poca prudencia y
quiso llevar las medidas socialistas con demasiada celeridad.
Algunos oportunistas de su gobierno cometieron excesos y
arbitrariedades que provocaron violenta reacción en gran
sector ciudadano. Fue derrocado a los tres años, en Junio
de 1954 por el Coronel Carlos Castillo Armas, jefe del movimiento
que se llamó de «Liberación».? 35
Nótese que en dicha Historia no menciona que la ?violenta
reacción? provino de los terratenientes, de la UFCo, de la
CIA y el Departamento de Estado norteamericano que organizaron
las fuerzas mercenarias de Carlos Castillo Armas. Tampoco
evalúa el gobierno de este pues dicha Historia llega
precisamente hasta el año 1954. Lo anterior es lo que
señala la autora a través de los personajes que
aparecen en la trama de su novela, como Alma la periodista y su
amiga íntima, una anticomunista convencida, para quien no
se trataba de una intervención extranjera sino de una
revolución nacional, pues a su juicio el 80% de los
invasores eran guatemaltecos y el otro 20% centroamericanos; no
cuenta que hubo soldados mercenarios norteamericanos, a lo que
agrega su confianza en que el Gobierno de Castillo Armas
sería centrista (ideas en boga en la Francia de esa
época), a lo que adiciona su ciega creencia en que como
éste supuestamente había ?participado? en el
derrocamiento de Jorge Ubico Castañeda en 1944,
seguramente no se prestaría para volver a aplicar los
métodos tiránicos del Tatite Presidente, ni a
variar el rumbo de la Revolución de Octubre de 1944. El
equívoco de Alma solo la historia pudo demostrarlo. Y para
que se aprecie mejor el panorama político en mayo-junio de
1954, Díaz Lozano inserta a dos personajes que representan
la antítesis ideológica: Roberto, escultor, quien
se declara izquierdista, a favor del Gobierno de Arbenz y que
siempre mantiene la confianza en que éste sabrá
responder ante la situación provocada por la
intervención mercenaria de Díaz Lozano, Argentina;
Historia de Centroamérica /Especial para estudiantes de
enseñanza media (secundaria). Guatemala : Editado por
Cultural Centroamericana, S.A., impreso por Editorial San
Antonio, 1964. Página 161. 25

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los norteamericanos –encabezados por el Departamento de
Estado y la CIA, y financiados por la UFCo–, incluso
saliendo a dirigir al Ejército Nacional y enfrentar al
enemigo ofrendando su propia vida, aunque al final se decepciona
porque la realidad fue otra. En el extremo opuesto, la autora
incluye a Federico Luna, un anticomunista que no oculta sus
sentimientos contra el gobierno y espera que la
?revolución? triunfe para sacar a esos comunistas que
tanto daño hacían a Guatemala, a quienes
habrá que perseguir, capturar y desterrar, como ellos lo
hicieron con sus enemigos políticos conservadores, mismos
que estaban emergiendo de sus cenizas, coaligados en distintos
partidos de derecha. En consecuencia, los ?49 días de
felicidad? se refieren a que mientras el país se
desgarraba por la intervención norteamericana para quitar
de en medio al Presidente Arbenz, ?Ella? vive su idilio furtivo
con ?Él?, mismo del que a pesar que ya dio cuenta a
quienes le rodean –aunque no se sabe cuándo ni
cómo– no tomará la decisión final de
hacer vida juntos sino hasta que pase la situación, se
calmen las aguas y el ?revolucionario rebelde?, como llama a
Carlos Castillo Armas, logre el control del país. De todos
modos, a ?Ella? no le interesaban los arbencistas ni los
castilloarmistas, los comunistas o los centristas, así
como tampoco sus bombas o ametralladoras, sus radiodifusoras o
?su guerra?, en virtud que el mundo lo llevaba en el
corazón que ya no le pertenecía sino sólo a
?Él. No se puede cuestionar la posición de ?Ella?
únicamente porque el mundo fuera su propio conflicto
personal, decir o no a todos lo que pensaba hacer, sin
interesarle lo que estaba ocurriendo en el país,
prácticamente desgarrado; cada quien ve y hace lo que
decide es lo mejor para ?su? vida, pues al final a los
demás no les incumbe, y preocuparse por un país
donde cada quien ve el derecho de su nariz pues no reditúa
un posible sacrificio. La novela 49 días en la vida de una
mujer (1956) de Argentina Díaz Lozano es
autobiográfica. Aunque no indica el nombre del personaje
principal, ?Ella?, ni el de su amor otoñal, ?Él?,
todo apunta para señalar que se trata de la autora y que
?Él? es su segundo esposo, Darío Morales
García. En 49 días en la vida de una mujer, la
autora menciona que en su momento dirá a los suyos toda la
verdad, pues en esos días –entre el 16 de mayo y 3
de julio de 1954– debe esperar a que la situación
política se calme. En el texto no especifica
quiénes son los suyos, ni hijos ni esposo, por lo que cabe
suponer que ?Ella? es viuda, aunque podría tratarse de una
mujer divorciada. En la novela ?Ella? escucha el Vals de la Viuda
Alegre por la radio, lo cual confirma o permite intuir que dicho
personaje era una viuda, que se atrevía a amar nuevamente,
pero con temor de decírselo a los suyos, quizá
hijos, aunque la autora no aclara este punto. De la vida real de
Díaz Lozano, por deducción realizada con base en
distintas notas que ella misma deja percibir en sus novelas,
posiblemente entre 1952 y 1954 se casó con el
diplomático guatemalteco Darío Morales
García, a quien acompañó durante el
período 1956-1960 cuando éste se
desempeñó como Cónsul de Guatemala en
Amberes, Bélgica. Aún no ha sido factible
determinar la fecha exacta de su divorcio del hondureño
Porfirio 26

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36 Díaz Lozano. Lo cierto es que su hijo y tres hijas son
producto del primer matrimonio y del segundo no tuvo
descendencia. A su primer esposo le dedica la novela
Mayapán (1950), en tanto que al segundo 49 días en
la vida de una mujer (1956) y otras. Por la forma en que
estructura el amor otoñal en la novela, cabe colegir que
su personaje ?Ella?, es una mujer mayor de 40 años, con
hijos adultos a quienes ya puede dejar solos, quienes
además la ven como alguien que les sirve y atiende, sin
pensar en que también tiene sus propios deseos,
necesidades y ambiciones. En el caso de ?Él?, casi no
participa en la trama de la novela, se ven a escondidas de la
familia de ?Ella?, en casas de amigas y cafeterías del
centro de la ciudad. Empero, bien puede tratarse de Darío
Morales García –su segundo esposo– toda vez
que los hechos se desarrollan entre mayo y julio de 1954; ?Ella?
está informada de lo que sucede en el país aunque
no le interese; tiene amistades de izquierda y derecha que le
confían sus opiniones políticas; una amiga tiene
como esposo a alguien que apoya directamente al mercenario y
traidor de Castillo Armas, a cuyo régimen sirvió
Darío en calidad de diplomático durante el
período 1956-1960; la novela 49 días en la vida de
una mujer se la dedica a él, como esposo y ?Caballero del
amor?. El autor de estas líneas se atreve a señalar
que la novela 49 días en la vida de una mujer (1956) es
autobiográfica, en virtud que trata acerca de una mujer en
el otoño de su vida, que decide rehacerla pero por temor a
qué dirán los suyos, decide esperar para contar ?su
verdad?, lo cual hará después que terminen los
sucesos que dieron al traste con el gobierno de Jacobo Arbenz
Guzmán en junio de 1954. Y, como habrá notado el
amable lector, si acerca de la novela Luz en la senda (1937), el
abogado y cuentista hondureño Carlos Alberto Uclés
Soto (1854-1942) comentó que ?Esta preciosa novelita de
doña Argentina Díaz Lozano, […], me ha
sugerido esta breve nota preliminar. […] La escena pasa en
una ciudad de Centro América. […] Las personas
dramáticas que interesan no son tres, sino dos, él,
y ella, […]?, 36 con la diferencia que los personajes
principales en esta novela son dos, él y ella, con nombre
propio, en tanto que en 49 días en la vida de una mujer,
él y ella no tienen nombre; otra diferencia consiste en
que Luz en la senda presenta a una mujer arrepentida de su
matrimonio apenas cinco años después de haberse
realizado y por ello busca a través de la infidelidad
cómo recuperar el tiempo perdido y ser ella misma, en
tanto que el personaje de ?Ella? en 49 días en la vida de
una mujer busca el amor pero después de haber cumplido con
los suyos, aunque nunca se indica si es viuda o divorciada. La
similitud entre ambas novelas se establece en el sentido que
?Ella? es la heroína de la ficción, el modelo
femenino a seguir, como en Caoba y orquídeas (1973), donde
el personaje Laura es el principal elemento alrededor del cual
gira la trama. Díaz Lozano, Argentina; Luz en la senda.
Tegucigalpa, Honduras : Talleres Tipográficos Nacionales,
1937. Sección de ?Algunos juicios de varios literatos?,
página 111. 27

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37 Solo resta agregar que en la reseña
bibliográfica de Gilberto Valenzuela Reyna se indica
acerca de la novela y de su autora: ?DÍAZ LOZANO
(Argentina) 49 DÍAS EN LA VIDA DE UNA MUJER. Editorial
=Latinoamericana, S.A.‘, México, Calle Rhin, No. 37.
Largo es el historial literario de Argentina Díaz Lozano;
le hemos seguido desde 1930 cuando aún tenía 18
años y escribió su libro =Perlas de mi
Rosario‘, su novela =Luz en la Senda‘ en 1935 y otras
producciones que narraremos en nuestra Bibliografía
Guatemalteca. ‘49 Días en la Vida de una
Mujer‘, novela histórica, ha llenado detalle por
detalle, mucho de la historia que estamos viviendo; con pocos
personajes hace una descripción del movimiento
liberacionista e instruye y hace gozar al lector. La prensa ha
hecho grandes comentarios sobre la obra de la señora
Díaz Lozano. =Diario de Centroamérica‘, 7 de
noviembre, y =La Hora‘, 13 de noviembre de 1956.?37 NOTAS
ACLARATORIAS: 1 El autor del presente trabajo reconoce la
siguiente errata no advertida cuando publicó en octubre de
2010 el ensayo 49 días en la vida de una mujer y Guatemala
desgarrándose en 1954: resulta que una obra literaria fue
atribuida a Mario López Villatoro, siendo lo correcto
Mario Efraín Nájera Farfán. En
páginas 50 (a pié de página) y 105 dice:
López Villatoro, Mario; La Realidad de un mensaje :
pláticas presidenciales. Guatemala : Tipografía
Nacional, 1957. Debe decir: En página 50: Nájera
Farfán, Mario Efraín; La Realidad de un mensaje :
pláticas presidenciales. Prologadas, ordenadas y cotejadas
por Mario Efraín Nájera Farfán. Guatemala :
Tipografía Nacional, 1957. En página 105:
Valenzuela Reyna, Gilberto; Bibliografía guatemalteca:
1951 – 1960. Tomo X. Guatemala : Tipografía
Nacional, 1964. Página 261. 28

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? ? ? ? ? ? ? ? ? Borrar o tachar el nombre del autor y de la
obra, toda vez que en página 106 se lista adecuadamente. 2
Cabe reconocer que en el Ensayo 49 días en la vida de una
mujer y Guatemala desgarrándose en 1954
–páginas 14 y 15– se anotó
incorrectamente 1935 como el año de publicación de
la novela Luz en la senda, siendo lo adecuado 1937. 3 La
época de la Revolución de Octubre, diez años
de primavera democrática (19441954), la reforma agraria y
en especial las razones que se esgrimieron para el derrocamiento
de Jacobo Arbenz Guzmán incluyendo su doloroso exilio
merecen un estudio detenido, el autor de estas líneas se
permite sugerir la lectura de las siguientes obras: García
Ferreira, Roberto; Bajo vigilancia la CIA, la policía
uruguaya y el exilio de Arbenz (1957-1960). Guatemala : CEUR,
USAC, 2013. —————; Guatemala y la guerra fría en
América Latina 1947-1977. Guatemala : CEUR, USAC, 2010.
—————; La CIA y el caso Arbenz. Guatemala : CEUR, USAC,
2009. —————; Operaciones en contra: La CIA y el exilio
de Jacobo Arbenz. Guatemala : FLACSO, 2013. Gleijeses, Piero; La
esperanza rota : la revolución guatemalteca y los Estados
Unidos, 1944-1954. Guatemala : Editorial Universitaria,
Universidad de San Carlos de Guatemala, 2008. NOTA: Primera
edición en español de la original en inglés:
Shattered Hope : the Guatemalan revolution and the United States,
1944-1954 [1991]. Handy, Jim; Revolución en el Área
Rural: conflicto rural y reforma agraria en Guatemala,
(1944-1954). Primera edición en español. Guatemala
: CEUR, USAC, 2013 [1994]. Sabino, Carlos; Guatemala, la historia
silenciada (1944-1989). Tomo I, Revolución y
liberación (); y, Tomo II, El dominó que no
cayó. Guatemala : Fondo de Cultura Económica, 2007
y 2008. —————; Tiempos de Jorge Ubico en Guatemala y el
mundo. Guatemala : Fondo de Cultura Económica, 2013.
Tischler Visquerra, Sergio; Guatemala 1944: Crisis y
revolución. Ocaso y quiebre de una forma estatal. Segunda
edición, primera reimpresión. Guatemala : F&G
Editores, 2009 [1998]. 29

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38 2. Y tenemos que vivir… (1960) Foto c. 1965 Y tenemos
que vivir… México : Editora Latino Americana, S.A.,
1961. Originalmente la novela se editó en idioma
francés, con el título Il faut vivre (Bruselas,
Bélgica: Editorial Simone Eve Landercy, 1960); el nombre
de la capital belga distingue la época en que su autora
todavía radicaba en dicho país al lado de su
esposo, Cónsul en la ciudad de Amberes 1956-1960.
También tuvo una edición en inglés
intitulada And We Have to Live (Morgan Press, 1978). La
edición consultada en el presente Ensayo corresponde a la
primera en español, México 1961. Aunque el
título de la misma no hace referencia a hecho
histórico alguno, ni tiene un subtítulo que
así lo indique, se puede anotar que es una novela con
trasfondo fidedigno en virtud que trata acerca de la vida de
Raúl el narrador, a partir de sus cuatro años de
edad, principiando el desarrollo de la misma en 1920, de
cómo conoce al idealista intelectual y revolucionario de
nombre Juan Fermín, concluyendo exactamente el 20 de
octubre de 1944, cuando cae en forma definitiva la dictadura de
Jorge Ubico en Guatemala, que pretendió ser continuada por
su sucesor Federico Ponce Vaides. En el epílogo hay una
referencia al año 1957, cuando Raúl comenta que vio
a Juan Fermín durante su exilio en Europa. Lo de que Juan
Fermín fuese encontrado en Europa podría ser una
reminiscencia de la autora en cuanto a su vida personal.
Precisamente en 1957 ella se encontraba acompañando a su
esposo Darío Morales García quien se
desempeñó en calidad de diplomático durante
el período 1956-1960, ocupando el cargo de Cónsul
de Guatemala en Amberes, Bélgica. Aunado a ello, la
hondureña –junto con su esposo– realizó
un periplo por Europa aprovechando la época de vacaciones,
el cual narra en su libro de viajes Sandalias sobre Europa
(1964), 38 aunque la crónica que ahí relata es
posterior a la edición de Y tenemos Díaz Lozano,
Argentina; Sandalias sobre Europa. Guatemala : Asociación
de Autores y Amigos del Libro Nacional, 1964. 30

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que vivir… (1960); se anota como referencia pues transmite
las emociones que la autora sintió y gozó en los
países donde residió (Bélgica) y
visitó durante su estancia en Europa (Holanda, Francia,
España, Alemania e Italia) entre 1957 a 1959. La historia
principia en 1920; Raúl tiene 4 años de edad y el
régimen de Manuel Estrada Cabrera (1857-1924)
recién concluye (en abril de dicho año) y gobierna
Carlos Herrera y Luna (1856-1930), aunque estos personajes reales
no figuran ni son mencionados en la novela. Raúl narra
desde Europa, no se sabe en cuál país, sus
recuerdos de niñez y juventud. Rememora cuando
tenía 4 años, con una madre que es maestra e
imparte clases en una escuela rural, de padre ya fallecido, un
hermano menor en dos años y medio (Felipe) y dos hermanas
más pequeñas (de año y medio la primera y de
meses la segunda), edades que se deducen por lo apuntado en
página 87 (Capítulo XI). Como en la novela
Peregrinaje (1944), en esta novela de 1960 la autora mantiene la
estructura de una madre pobre y abnegada, que es maestra de
escuela rural, con la diferencia que en tanto que en ésta
es muy apegada a su hija Elena, en el caso de Raúl no goza
de iguales muestras de afecto. Raúl describe las pobrezas
y el hambre en su casa, donde él y su hermano son cuidados
inicialmente por la abuela Dolores –extrañamente el
nombre de ésta queda anotado hasta en Capítulo
XVII, página 137– y la madre trabaja en una escuela
de aldea llegando a visitarlos únicamente los fines de
semana, llevándose a las niñas. De sus hermanas y
madre, Raúl no indica cómo se llamaban, pero
sí recuerda que ésta no los puede mantener a todos
porque: ?El sueldo miserable que ganaba era equivalente a catorce
dólares; era en aquellos tiempos vergonzosos para
Guatemala en que una mula de algún general recibía
el doble de un maestro de escuela. Porque un general
recibía treinta dólares para el mantenimiento y
cuidado de la mula que montaba.? (Capítulo VIII,
página 63). Al igual que lo hizo en Peregrinaje y lo
hará después en Caoba y orquídeas (1986),
Díaz Lozano se conduele de la situación y del
?problema del indio?, reflejando las ideas vigentes en la
época, donde aún se hablaba de la eugenesia, de
mezclar la raza blanca con la del indio para ?regenerarlo?,
redimirlo y educarlo. Así por ejemplo, a través de
Raúl comenta: ?Lejos de ser felices fueron para mí
aquellos años de escuela primaria. Con frecuencia se me
adjudicó el despreciativo adjetivo de =ishto‘ que en
mi país y en lengua indígena significa
=indio‘. ¡Oh! el indio despreciado, abandonado y
explotado de la América Morena, la América que se
expresa en español. Carne cobriza, de lodos y
maíces americanos, carne de vilipendio, de escarnio y de
dolor de siglos, para la que no ha habido independencia, que
todavía espera su redención. En mi niñez me
dolía como latigazo de afrenta el adjetivo de
=ishto‘, ahora me enorgullezco de llevar en mis venas ese
veinte o treinta por ciento de sangre de 31

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=ishto‘ que me viene de algún lejano bisabuelo en
línea paterna. Porque los indígenas son los
auténticos, legítimos, americanos.?
(Capítulo III, páginas 30 a 31). ?Ahora me hace
enrojecer el recuerdo y pienso: =carne indígena…
carne de sufrimiento y vilipendio… barro americano que
espera redención…‘? (Capítulo VII,
página 58). ?[…] los indios desventurados de mi
tierra mueren casi como perros, abandonados en sus ranchos,
entregados a la miseria, enfermedades, ignorancia y
superstición. Mueren así como la Juana
Suxuy… la jodide que se murió de un dolor de
barriga que no se le quitó ni con agua de pericón
ni con sinapismos de ceniza caliente… El blanco,
despectivamente habla de =tú‘ o de =vos‘ al
indígena guatemalteco. Aun los mismos mestizos tutean con
desprecio a los indios. El respetuoso =usted‘ no se dirige
nunca a un nativo. Por eso el indio no sabe usar más que
el =vos‘… y en inocente revancha también
tutea o =vosea‘ al blanco o al mestizo altanero. […]
Los blancos y los mestizos han acabado por aceptar este tuteo por
parte de los indígenas, a quienes ven con mal disimulado
desprecio o cristiana condescendencia, según la
psicología de cada uno.? (Capítulo VII,
páginas 60 a 61). ?miseria de los miles que trabajaban en
las grandes plantaciones de café, cuyos dueños
sacaban su lujo y sus viajes a Europa, del sudor de sus
compatriotas ignorantes y atrasados que vivían en un
rancho… casi como animales, ganando quince centavos de
dólar por día.? (Capítulo XIII,
página 102). ?Muy bonita la iglesia… representa
muchos sudores y trabajo sin pago de los indígenas
maltratados de la Colonia. Esta iglesia es de los últimos
años de la dominación española en nuestra
tierra.? (Capítulo XIII, página 106). ?Para
mí… los indios eran seres que sufrían
solos… sin que nadie se ocupara de ellos o se interesara
mucho en su suerte.? (Capítulo XIII, página 114).
?—Así quieren tenerlos los blancos… porque
les conviene… ignorantes y alegres como
niños… inconscientes de su embrutecimiento y de la
lenta extinción de su raza por las enfermedades, la
miseria, el alcoholismo. Cuando sufren hambre o latigazos, cuando
son objeto de arbitrariedades y crueldades, sólo saben
llorar o sonreír servilmente.? (Capítulo XIV,
página 116). En 1930 Raúl tiene 14 años de
edad y consiguió empleo de escribiente o ayudante del
Secretario de la Municipalidad, que le reporta 6 dólares
mensuales y hasta es tomado como ejemplo de honradez y
dedicación por las madres de otros jóvenes que no
quieren trabajar ni estudiar. 32

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Mientras tanto, en la capital la campaña electoral
está en su apogeo, con Jorge Ubico como el principal
contendiente, aunque esto no lo dice la novela. En 1936
Raúl tiene 16 años, puede colegirse el por
qué no se había dado cuenta ni interesado por la
situación nacional. Será en ese año cuando
empiece a observar que existe una dictadura cruel y sanguinaria,
la de Jorge Ubico quien recién se acaba de reelegir en el
poder, representada por el Comandante militar que opera en el
pueblo, ?gordo, esbirro servil de aquella dictadura, de la cual
yo había vivido hasta entonces tan ignorante.?
(Capítulo XII, página 93). ¿Cómo fue
el despertar de Raúl? Resulta que en su calidad de
Secretario Municipal es mandado a llamar por el Comandante para
que levante el acta de defunción de un ?muerto…
porque fue asesi… quiero decir matado? (página 95),
según el mensaje que le transmite el auxiliar de la
Alcaldía. Al preguntar si fue asesinado, Raúl
recibe la siguiente respuesta: ?—Shhh… don Raulito,
no diga eso. Eso se piensa… pero es mejor no decirlo. La
verdad es que el matado era un reo que llevaba una escolta y se
quiso fugar… entonces se lo tronaron… […] A
eso iba yo aquella noche de perros. A levantar una =acta
circunstanciada‘ que verificara la muerte de un desgraciado
que había caído cuando buscaba la libertad. Y
entonces acudió a mi mente aquella palabra que yo
había oído a varias personas de mi pueblo, dicha
siempre en medio de cierto misterio y temor, en voz baja, como si
fuera una palabra vergonzosa: =leyfugados‘…
Años después y ya con mente y oídos abiertos
sabría yo ese sombrío capítulo de una
dictadura, cuando muchos inocentes cayeron bajo las balas de los
esbirros con el pretexto de que quisieron =escaparse‘ de
las ergástulas donde hacinaban a los reos
políticos, o de algún apartado camino por donde los
conducían a la prisión más cercana.?
(Página 95). Días después, al preguntarle al
Alcalde –don Eulogio– si dicho asesinato y el de
otros en el departamento de San Marcos, ocurrieron en
aplicación de la ley fuga, éste lo reprende
pidiéndole que mejor se calle pues: ?—Las paredes
tienen oídos, muchacho, y aquí todo lo sabe el
nuevo comandante. Solo te diré que como no hubo elecciones
presidenciales sino que el general Ubico se ha quedado en el
poder mediante ese =plebicito‘… y han apretado los
tornillos por todos lados, hasta en los últimos rincones
del país. Dicen que han fusilado a muchos en la capital y
en las cabeceras departamentales… hay terror… y no
olvides que con este comandante aquí, hay que ser muy
prudente… muy prudente.? (Página 101). En dicha
novela se ?descubre? también que la autora hace referencia
a Arbenz sin dar su nombre ni apellido. Raúl escribe el
acta de defunción de un ?leyfugado?, y establece en la
33

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39 40 misma no solo el lugar sino el año exacto, 1936
(página 98). En el mismo la pomposamente llamada ?base
militar? es dirigida por el comandante brusco, de quien se deduce
su poca cultura y adhesión incondicional al general Ubico.
Precisamente en dicho año actuaba en tal lugar en calidad
de ?segundo de a bordo? quien sería después
Presidente de la República, el recién graduado de
la Escuela Politécnica Jacobo Arbenz Guzmán. En
efecto: ?Arbenz se graduó en diciembre de 1935.
Había impresionado tanto a sus superiores que hicieron que
lo volvieran a trasladar a la academia a principios de 1937,
cuando quedó un puesto vacante. En el intervalo, Arbenz
experimentó la escuálida vida de un oficial
subalterno del ejército de Ubico, sirviendo primero en el
Fuerte San José, en la capital, y luego en la diminuta
guarnición del pequeño pueblo de San Juan
Sacatepéquez, =bajo un coronel analfabeto‘.? 39 Lo
descrito por Gleijeses en 1991 coincide con lo afirmado por
García Ferreira en 2013, cuando anota de Arbenz, sin
especificar el año 1936 pero esto se deduce: ?Una vez
culminados sus estudios en diciembre de 1935, cumplió
funciones de Instructor de tropa del Fuerte de San José,
donde =le tocó estar al mando de los pelotones de soldados
que escoltaban a las cuadrillas de presidiarios encadenados
(incluyendo prisioneros políticos) que hacían
trabajos forzados‘. Más tarde fue Instructor
especial en San Juan Sacatepéquez y desde 1937
regresó como profesor a la Escuela.? 40 En el pueblo,
Raúl también conoce de la dictadura de Ubico por
medio del Comandante gordo, quien abusa de los indios aplicando
la Ley de Vialidad, obligándolos a trabajar por más
del tiempo que ésta establece, en la reparación de
caminos y sin paga. Será su amigo Juan Fermín de 27
años, quien le ayudará a comprender las cosas
(página 120); éste llega al pueblo y se convierte
en su guía intelectual y político, pues se presenta
al mismo con el propósito de escribir un libro sobre la
historia de la independencia de Guatemala y de cómo
ésta no significó libertad para los indios,
manteniéndose con los artículos que escribe para
uno o dos periódicos de la capital (página 115).
Respecto a la ley y en general acerca del gobierno de los 14
años y el orden y paz de los cementerios que impuso, a la
par de la construcción de obra pública, a Jorge
Ubico se ?le achaca haber utilizado una mano extremadamente dura
para lograr dicho orden y seguridad interna, señalando que
el servilismo y a la vez el temor de la población eran la
regla, amén de resaltar que dicha obra pudo levantarse con
mano de obra gratuita y forzosa, en Gleijeses, Piero; La
esperanza rota : la revolución guatemalteca y los Estado
Unidos, 1944-1954. Guatemala : Editorial Universitaria,
Universidad de San Carlos de Guatemala, 2008. Página 181.
NOTA: Primera edición en español de la original en
inglés: Shattered Hope : the Guatemalan revolution and the
United States, 1944-1954 (1991). García Ferreira, Roberto;
Operaciones en contra: La CIA y el exilio de Jacobo Arbenz.
Guatemala : FLACSO, 2013. Página 17. 34

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41 cumplimiento a la Ley de Vialidad emitida por el gobernante en
1934 a través del Decreto Gubernativo No. 1474, y
servilmente ratificada por el Decreto Legislativo No. 1961 del 22
de marzo de 1934, publicado el 9 de abril del mismo año.
Posteriormente, el dictador emite el Decreto Gubernativo No.
3086, publicado el 24 de diciembre de 1943, modificando el
artículo 4 de la Ley de Vialidad en el sentido que todos
los individuos afectos al servicio de vialidad podrán
conmutar dicho servicio a razón de Q 1.50 por cada semana
obligatoria de trabajo en el semestre; esto es: les daba el
=derecho‘ de comprar su libertad y no verse obligados a
trabajar gratis, pagando por tal canonjía. Cabe anotar que
el Decreto 1474 de 1934 y sus reformas, fue derogado por el
Decreto No. 7 de la Junta Revolucionaria de Gobierno, publicado
el 1 de noviembre de 1944.? 41 A partir de página 115, de
las 186 de que consta la novela, será Juan Fermín
quien asuma el papel protagónico; Raúl
quedará al margen contando básicamente lo que su
amigo hace y cree. Como éste dice a las claras lo que
piensa acerca de la situación de los indios, discute con
el Comandante respecto a su exceso de celo en la
aplicación de la Ley de Vialidad y de la ley fuga, se gana
la animadversión y es acusado de comunista, encarcelado y
de paso Raúl también. No se les imputa de nada,
pero esa es la táctica de la dictadura: el terror
(página 144) para que nadie se levante en contra
(página 145). La Ley de Vialidad fue similar a la Ley
contra la Vagancia; obligaba a trabajar durante dos semanas en
los caminos públicos. Se aplicó principalmente
contra los indios, aunque por períodos más largos,
de cuatro a seis semanas. Esto es lo que de hecho denuncia
Díaz Lozano en la novela Y tenemos que vivir…,
cuando Raúl –su personaje principal, de 17
años en 1936– se da cuenta de la situación al
caminar por el parque con su amigo Juan Fermín;
éste observa que una india como de quince años
está llorando por su bebé de tres meses que no
quiere comer por padecer de cólicos. Al preguntarle por el
papá del niño ella contesta: ?—Se lo llevaron
los soldados a trabajar a las carreteras… pero como no le
pagan nada porque son trabajos pa el gobierno… yo tengo
que venir a vender los huevos de unas gallinitas que tengo. Ya
acabé de vender todos mis pollos…? (página
114). Más adelante, cuando el Comandante de la
población donde reside Raúl ordena agarrar a seis
indios para llevarlos a trabajar a los caminos, interviene Juan
Fermín abogando por uno de ellos, pues su esposa dice que
de llevárselo la cosecha del maíz nadie la
podrá realizar y en consecuencia se perderá: ?Las
siluetas de los hombres en fila tenían algo de irreal bajo
la niebla de las cinco de la mañana, que bajaba densa
desde la sierra. El comandante apareció. Gordo, poderoso,
brutal, metido en traje de campaña color kaki. Batres
Villagrán, Ariel; Jorge Ubico redivivo. Publicado en The
Black Box –Blog económico y político de
Centroamérica (Guatemala), el 21 de septiembre de 2010;
edición electrónica en: http://ca-
bi.com/blackbox/?p=4221 35

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—¿Ya apuntaste los nombres de los dos? Una voz
servil repuso: —Ya, señor. Pero Eulogio López
dice que si lo dejan ir a hacer sus semanas de trabajo a la
carretera hasta dentro de un mes, porque tiene que cosechar su
milpa… y que su mujer está enferma…
—¡Nada de pamplinas! ¡A trabajar se ha dicho!
¡Hay que trabajar para tener buenos caminos! Entonces se
perfiló una nueva silueta que se había ido
acercando lentamente al grupo, y su voz se hizo oír clara
y vibrante: —¿Cuánto les paga el gobierno a
estos hombres por trabajar haciendo caminos?
—¿Qué dice usted? ¿Quién le
manda meterse en lo que no le importa? El gobierno no paga nada a
estos hombres porque es obligación de ellos hacer las
carreteras de la patria. —Sólo en los tiempos de la
esclavitud no se pagaba el trabajo de los hombres. Lo que se
hace, es injusto señor comandante. Pero no tiene usted la
culpa directamente porque está cumpliendo órdenes
superiores. Sin embargo… podría no ser muy severo y
dejar a Eulogio López que se quede un mes más y que
vaya a trabajar después. Si no cosecha su maíz a
tiempo se le perderá… su mujer no puede ayudarle
porque está enferma, los hijos están muy
pequeños. —¿Y a mí que me importa todo
eso? Ya se me hacía usted sospechoso… veo que no
está usted de acuerdo con las medidas del señor
Presidente… medidas que son para el progreso del
país…? (Capítulo XV, páginas 117 a
118). Después de que Raúl es encarcelado, su
tío Luciano de mala gana intercede por él; junto
con el Alcalde don Eulogio logra que el Comandante lo perdone y
saque de la cárcel, no así a Juan Fermín,
quien es enviado a la penitenciaría de la capital junto
con dos reos más; Raúl queda con la duda si le
aplicarán también la ley fuga en el trayecto
(página 159), lo que por fortuna no ocurre. Juan
Fermín le escribe desde la capital contándole que
ya salió de la cárcel, invitándolo a irse
con él; que le conseguirá un trabajo y que ambos
vivirán en la casa de una tía de éste. Dicho
y hecho: Raúl parte a la capital, se reúne con su
amigo e ingresa a trabajar a la Cámara de Comercio
(página 180). Aquí concluye la novela. Sin embargo,
Díaz Lozano inserta un Epílogo –sin
numeración de capítulo– por medio del cual
Raúl comenta que el 20 de octubre de 1944 el pueblo y los
estudiantes dieron por tierra con la autocracia de los 14
años, reconociendo que los frutos de la Revolución
lo fueron la autonomía universitaria, el Código de
Trabajo, el Seguro Social, la Facultad de Humanidades, el Banco
de Guatemala, etc. De su amigo comenta: ?Juan Fermín fue
herido en aquella jornada épica, como para afirmar con su
sangre sus palabras escritas y habladas. Su lucha nacionalista es
idea y hechos. Ya sufrió su primer exilio. Pero su valor,
su bondad, su amor a los tristes y desheredados de su 36

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42 43 patria, sigue inalterable. Lo vi en 1957 aquí en
Europa durante un breve viaje que hizo para =ampliar sus
horizontes culturales‘ (para emplear su propia frase). Ya
peina muchos hilos de plata que nimban su noble rostro.?
(Páginas 185 a 186). Lo de que Raúl se fue a Europa
para ?ampliar sus horizontes culturales? demuestra una
evocación de la propia autora en virtud que precisamente
eso fue lo que le recomendó a ella su señora madre.
En efecto, en mayo de 1956 Díaz Lozano parte a la ciudad
de Amberes, Bélgica, no sólo para acompañar
a su esposo Darío quien ocupará el cargo de
Cónsul en dicha ciudad, sino para extender conocimientos,
y también porque su señora madre Trinidad
Mejía la insta a hacerlo, aunque ella no quiere y le duele
dejar a su hijo Walter, y a sus hijas Mimí y Rubenia al
cuidado de la abuela materna, llevándose solamente a
Tatiana Trinidad, su pequeña hija de nueve años. Es
la madre quien valientemente le dice: ?«¡Vete!…
vete… que te espera la vida, el mundo, que tienes la
obligación de conocer más ampliamente. Siempre
debes hacerte digna de tu destino!» Con ella en mi alma,
con mis hijos en el corazón, partí para Europa
procurando ser valiente pensando en que tenía que cumplir
—como escritora y novelista, como maestra que ocupa esa
cátedra de tremenda responsabilidad que es el
periodismo— con el deber de ampliar mis conocimientos
viendo más mundo y habitantes de otras latitudes. En
Europa buscaría nuestros orígenes raciales y
culturales.? 42 Toda vez que la autora era hondureña, el
Epílogo de la novela da la idea que lo escribió
pensando en el también hondureño y escritor
Ramón Amaya-Amador (1916-1966), autor de la novela
Amanecer (Guatemala, 1953), en la que describe hechos ocurridos
entre 1939 a 1947, durante la dictadura de Ubico y los primeros
dos años de gobierno de Juan José Arévalo.
El novelista llegó a Guatemala en 1944, escribió en
periódicos semi oficiales a favor de Arévalo y
Jacobo Arbenz y en 1954 salió al exilio a la Argentina. En
1957 regresó a Honduras, partiendo en 1959 con destino a
Checoslovaquia, no en calidad de exiliado sino para trabajar en
la ciudad de Praga, en la plana de redacción de la revista
Problems of Peace and Socialism hasta su muerte en noviembre de
1966, debida a un accidente de aviación que ocurre en
Bratislava, Eslovaquia. 43 Díaz Lozano, Argentina;
Sandalias sobre Europa. Op. Cit., página 9. Batres
Villagrán, Ariel; Ramón Amaya-Amador: Amanecer en
la Revolución de Octubre de 1944, publicado el 21 de
octubre de 2009 en Monografías.com.
http://www.monografias.com/trabajos-pdf2/ramon-
amaya-amador-amancer/ramon-amaya-amador-amancer 37

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3. Aquel año rojo (1973) Foto c. 1973 Aquel año
rojo. México : B. Costa-Amic, Editor, 1973. Como
entretención de unas tres horas de lectura, la novela
cumple su cometido; presenta un conjunto de elementos que giran
alrededor de la maestra rural Fernanda, viuda que debe cuidar a
su hija inicialmente de 9 años, que llega al pueblo grande
de San Julián ubicado en la costa atlántica de
Honduras –este país no se menciona pero es
fácil deducirlo–, aproximadamente en junio de 1927,
proveniente de otro pueblo, toda vez que ella sólo acepta
empleos en el magisterio, en lugares que se ubiquen en zonas
rurales ya que su vocación por el magisterio sólo
le permite desempeñarse en locaciones donde pueda ayudar a
los pobres desde la cátedra con infantes, generalmente
niñas, siendo su propia hija una de sus alumnas del tercer
grado de la educación primaria. Al llegar al pueblo, se ve
asediada por la maledicencia de la gente chismosa, que como no
sabe por qué no tiene marido ni ella ha comentado que es
viuda, la creen casi una cualquiera que tiene una hija a saber de
quién. Es asediada por dos pretendientes, Julián y
Juan Pedro pero como éste viola a una muchacha negra de 13
años, se inclina por Julián, no sin antes hacerle
prometer que la cuidará como esposa y protegerá a
su hija Jesusita. Lo de rojo podría aplicarse a la sangre
que se derrama cada sábado por parte de los trabajadores
de La Compañía –la Cuyamel, nombre que la
autora cambia por Cutamel–, quienes gastan su paga semanal,
recibida en dólares, utilizándola generalmente para
ingerir licor durante tal día –olvidándose
que tienen esposa e hijos que mantener, justificado en que
más del 60% son analfabetas y por tanto no saben lo que
hacen– y bajo los efectos de este generan riñas que
terminan en puñetazos, machetazos, balazos y más de
algún muerto. La lucha ofrecida contra el monopolio
bananero no es tal. Se queda en una simple denuncia por parte de
un finquero terrateniente, que se niega a vender 3
caballerías de su tierra a La Compañía y
para presionarlo ésta decide asustarlo ?venadeando? a su
hijo Juan Pedro, quien después de varios días de
convalecer sobrevive al ataque. La denuncia del finquero 38

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don Pablo se publica en los periódicos y hasta manda una
carta al Presidente de la República, pero sólo
logra que cambien de lugar de trabajo al comandante local que
actuó como esbirro de La Compañía disparando
a su hijo, y aun así está contento; es todo un
logro en la región donde la misma es todopoderosa, de tal
suerte que habrá que esperar un viento fuerte –como
el de la novela de Miguel Ángel Asturias– que se
lleve a la compañía. Esto es, a la misma
sólo lograrán vencerla elementos naturales como
quizá lo pueda ser un huracán que arrase con la
plantación de bananos y el ingenio azucarero de la
empresa, así como con el comisariato donde ésta
recupera los dólares que paga cada semana a los
trabajadores, pero no será por medio de la lucha que quiso
iniciar don Pablo ni la de nadie más. El destino
manifiesto en su apogeo y mejor que la ficción se quede en
una casi novela rosa. La lucha que desarrolla don Pablo es tan
intensa, que hasta su esposa doña Mercedes le pide que se
calme y no siga con sus denuncias pues La Compañía
es poderosa, a lo que éste responde, con fuerte enjundia
nacionalista: ?Más poderoso debe ser nuestro pueblo?
(página 115), como un llamado a la pelea contra un
monopolio. En esta expresión se destaca el interés
de la autora por denunciar, por señalar que no todos
sucumbieron a los intereses de la Cuyamel en Honduras, que bien
podría tratarse también de la United Fruit Company
en Guatemala durante la misma época. Puede apreciarse que
el resumen de la solapa de la novela, escrito por el editor,
está alejado de su contenido al reseñar de
ésta que ?AQUEL AÑO ROJO, de gran contenido social,
en la que relata las luchas políticas de los patriotas
centroamericanos frente a compañías
multinacionales.? Lástima que se perdió en el
intento de denuncia y todo quedó en promesa del editor o
mejor dicho, en gancho para venta de la obra a los lectores,
quienes resentirán el engaño. La sensibilidad
social de Díaz Lozano interviene en la trama, y si antes
implicó a un periodista ?comunista? que escribe a favor de
la lucha de don Pablo, ahora mete a Leandro, un escritor
fracasado, y su nacionalismo que no distingue si la lucha es
realizada por un pobre o un rico terrateniente, con tal de
defender los intereses de la nación, atacada por una
empresa extranjera que poco a poco se ha ido adueñando de
buena parte del territorio. Vaticinio de la abuela: los blancos
creen que las muchachas negras sólo sirven para un rato y
después las desprecian (página 68). La autora
incorpora en su novela algunos rasgos o características de
la gente pobre del pueblo de San Julián, utilizando la
figura de la negra Epifania y su situación de penuria
económica, quien no sólo cuida a sus cuatro nietos
sino a la vez debe proveerles el sustento necesario, ropa
prácticamente nada pues visten de andrajos, habida cuenta
que el padre es como el 60% de los habitantes: analfabeta,
desobligado, pendenciero y fiel amigo de la botella durante los
días sábados, donde ?invierte? el sueldo semanal
que lo recibe en dólares. 39

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Al final, el lector quedará un tanto desencantado con
Díaz Lozano, en virtud que ?aquel año rojo? que
trataba de relatar la lucha iniciada contra el monopolio
bananero, se desdibuja y limita a las denuncias de don Pablo,
privilegiando el conflicto interno de Fernanda ante los problemas
económicos y sociales que más bien se convierten en
un telón de fondo y no el lugar privilegiado en la
ficción. En consecuencia, de la oferta anunciada en la
solapa de la novela, en el sentido que se trata de la lucha
contra un monopolio extranjero, no queda nada. Solamente el
ofrecimiento del editor. Igual ocurre con la dedicatoria, pues
aunque destinada a aquellos que lucharon contra el enclave
bananero en Honduras, ninguno de los mismos figura en la trama. A
diferencia de novelas anteriores, cuyo ofrecimiento es para su
esposo (el primero o el segundo, según el caso), sus hijas
e hijo, algún pariente o literato a quien admira, y
quizá recordando lo que escribiera en Historia de
Centroamérica (1964), Argentina Díaz Lozano entrega
Aquel año rojo: ?Admirativamente dedicada a quienes fueron
pioneros en la lucha encaminada a lograr que las
compañías extranjeras y sus incondicionales
antipatriotas, respetasen –en estas costas caribeñas
de Centroamérica– la soberanía de las
repúblicas que antaño formaron la Capitanía
General de Guatemala y luego la República Federal de
Centro América; la dignidad de sus autoridades y sus
leyes, y los derechos del pueblo.? Página 7. Corresponde
ahora determinar si la descripción ofrecida por el Editor
de la novela, coincide con su contenido. Para tal efecto, tomando
en cuenta que los capítulos de la novela adolecen de
título alguno que oriente al lector respecto a su
contenido, el autor de esta reseña se toma la libertad de
anotar el que considera se aproxima al relato respectivo,
ofreciendo la descripción resumida de lo que expone
Díaz Lozano, con algunas digresiones referentes al
contexto en que se sitúan los ?hechos? que narra y
analogías con otras novelas de la misma, especialmente
Peregrinaje (1944). Capítulo 1. Presentación de
Fernanda y Jesusita (páginas 9 a 13) Fernanda, de
aproximadamente 25 años, una maestra rural destinada
siempre a impartir educación en escuelas primarias, llega
al pueblo de San Julián, situado en la costa norte de un
país centroamericano, acompañada de su hija
Jesusita que a la sazón cuenta con 8 años de edad.
40

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Tal parece que la escuela no ha funcionado durante mucho tiempo,
toda vez que Fernanda irá a abrirla y para iniciar sus
labores primero tendrá que limpiarla de mucho polvo,
telarañas, ratones y murciélagos. En el pueblo
Jesusita conoce a su tío Leandro, hermano de Fernanda, a
quien califica de medio loco porque habla con palabras raras o
extrañas para ella, y hasta en verso, como resultado de su
principal entretención: leer grandes libros, revistas y
periódicos que le llegan por correo desde la capital. Las
para ella palabras raras son por ejemplo: saurios,
antediluvianos, las Hespérides, iguanas y garrobos, y
otras parecidas que no forman parte de su léxico de
niña y que aún no comprende. Empero, el tío
medio loco sabe mucho y le brindará algunas buenas
enseñanzas. En casa donde vivirán Fernanda y su
hija trabaja como sirvienta y cocinera la negra Epifania, junto
con sus tres hijos a quien en forma paternalista la maestra se
acostumbra a decir ?negritos?, pues en el pueblo esa es la norma,
y también les denominan ?morenos? para no ofender. La
maestra ha sido contratada por el Alcalde municipal para impartir
clases en la escuela de niñas y a la vez
desempeñarse como Directora. A su vez, ella
contratará a otra maestra para que actúe como
Subdirectora y ambas se repartirán dos grados cada una, de
los cuatro a que llega la escuela. En caso el próximo
año hubiesen más niñas, podrían abrir
un quinto grado del nivel primario. Por su edad y porque ya sabe
leer y escribir, algo de aritmética y por lo menos puede
buscar en el mapa dónde queda Centroamérica,
Honduras y Guatemala, la hija de la maestra estudiará en
el tercer grado de primaria y a la vez será su alumna. Es
un caso similar al que Díaz Lozano plantea en Peregrinaje
(1944), con la pequeña diferencia que en dicha novela la
niña tiene 7 años y en ésta 8, aunque en
ambas la escuela se ubica en el área rural.
Capítulo 2. El pueblo grande de San Julián
(páginas 15 a 19) Que Leandro sea hermano de Fernanda no
se indica en el capítulo 1, sino hasta en el 2
(página 19), lo mismo que la ubicación en el
trópico del pueblo de San Julián. La escuela y el
pueblo distan apenas seis cuadras (aproximadamente 600 metros) de
la línea del tren propiedad de La Compañía
bananera, en el cual se transportan bananos al puerto, que se
encuentra a 30 kilómetros. El destino de la fruta verde es
Europa y los Estados Unidos (página 17). Para la
niña Jesusita se trata de un pueblo grande, diferente a
otros donde junto a su madre ha residido en los dos años
anteriores, siempre en el área rural donde esta gusta
impartir clases. Tiene de 400 a 500 casas (página 16),
algunas de adobe y bien construidas, habitadas por la gente bien,
funcionarios gubernamentales y locales, así como de La
Compañía, en tanto que la mayoría de
?viviendas? son de paredes de bajareque, techo de palma,
utilizadas por la gente pobre, especialmente los negros o morenos
(páginas 16 a 17). 41

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El tío Leandro ya no trabaja, debido a su edad y por causa
de una enfermedad que casi lo lleva a la tumba; antes se dedicaba
a la tarea de receptor de rentas (página 18), una tarea no
siempre bien vista en el pueblo, aunque no por ello fue
considerado como el recaudador de impuestos bíblico.
Capítulo 3. La familia Banegas (páginas 21 a 28)
Como todo pueblo que se precie de afirmar las diferencias entre
clases sociales, San Julián no sólo tiene
prejuicios contra los negros o morenos, sino también sus
familias pudientes. Una de ellas, quizá la principal, lo
constituyen los Banegas, integrada por el padre don Pablo de 56
años, su esposa Mercedes de similar edad, su hijo Juan
Pedro de 25 años, que se cree un ?Juan Tenorio? y tres
hijas más (página 21), entre ellas Ana Luisa de 13
que es alumna de Fernanda y se encuentra repitiendo el cuarto
grado de primaria, para que se le quede más. Los Banegas
son propietarios de una finca ?de muchas caballerías? de
terreno (página 27), que La Compañía
bananera insiste en comprarle, aunque sean tres
caballerías, pues necesita construir un ramal del tren que
les ahorre camino hacia el puerto, pero la familia se niega a
vender toda vez que la propiedad les pertenece desde tiempos del
bisabuelo paterno (página 28). Según se desprende
del relato de Díaz Lozano, San Julián es un pueblo
?próspero? de los años treinta del siglo XX, que
debe su ?progreso? a La Compañía bananera, que a la
vez cultiva también caña de azúcar
(página 25). Antes que ésta llegara, era un pueblo
pobre, de pocas casas; después, se convirtió en un
hervidero de gente trabajando en el corte del banano y la
caña, con mano de obra de origen africano, negros caribes.
Quizá por ello el nombre indígena y original del
pueblo, ?Sholola?, está olvidado; y no necesariamente por
culpa de los gringos propietarios de La Compañía, o
de los negros que vinieron del África a las costas de
Centroamérica, sino desde tiempos de la Colonia cuando un
cura español se preocupó del cambio del nombre y de
evitar que los indios pronunciaran el original (página
25). Como el pueblo vecino a San Julián es San Pedro, que
a la vez es el asiento de la cabecera departamental
(página 27), podría considerarse que ambos se
ubican en Honduras, aunque esto no lo señala la autora. Y
así como hay clases sociales en el pueblo, las mismas
también tienen sus prejuicios. Los negros son
supersticiosos y las damas de las familias bien, blancas, se
dedican al chismorreo. Por eso existe preocupación en
algunas respecto a la maestra Fernanda no sería aceptada
por las más ?encumbradas?, pues cómo va a ser eso
que se relacionen con una maestra que no se sabe si es viuda o
divorciada, tiene una niña de ocho años y llega al
pueblo sin marido, y por tanto quién sabe si es o fue
casada (páginas 22 y 23). 42

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Si en el segundo capítulo se establece que Leandro es
hermano de Fernanda, será hasta en este tercero cuando la
autora mencione los apellidos de ella: López Villa
(página 22), como un intento de ir generando
expectación en el lector, y de no contarle la historia o
antecedentes de ésta, sino poco a poco. Por su parte, como
Juan Banegas es el ?Juan Tenorio? del pueblo, cuando se entera de
la llegada de la maestra, sin conocerla se convierte en su objeto
del deseo (página 28), habida cuenta que está
acostumbrado a tomar lo que quiere, especialmente del
género femenino, así sean blancas o negras
(perdón, morenas), que para él no hay distingos.
Total, son para un rato. Capítulo 4. La
Compañía bananera (páginas 29 a 34) El
Gerente General de La Compañía, Mister Walter
Brown, decide aumentar en diez mil dólares la oferta que
hará a don Pablo Banegas para que le venda por lo menos
tres caballerías del terreno de su Hacienda, enviando para
el efecto a su representante, el Gerente Mister George Morris,
para que efectúe el ofrecimiento, ya que son
órdenes de la Casa Matriz ubicada en Nueva York. Ambos
gringos vivían en la aldea ?Las Vegas?, localizada a 30
kilómetros de San Julián, en amplios y bellos
?bungalows? exclusivos para altos y pequeños empleados de
La Compañía. En la puerta principal de la casa de
Mr. Brown, hay un letrero chocante para la sensibilidad social de
la autora de la novela y seguramente por ello lo escribe con
mayúsculas: NO SE PERMITE ENTRAR A LOS NATIVOS SIN
PERMISO. Esto es: aunque en otras novelas Díaz Lozano no
deja de traslucir su admiración por lo norteamericano, en
esta ficción se atreve a denunciar el trato que
éstos dan a los ?nativos? y de cómo algunos son tan
serviles que muy contentos quedan con las migajas que reciben.
?Aquella era tierra prohibida para los nacionales. Prohibido el
salón de cine que era sólo para los norteamericanos
empleados de todas las categorías del monopolio bananero,
aunque se hacían ciertas excepciones con algunos
ingenieros, capataces o contadores del país… o con
algunos empleados del Gobierno con quienes se quería
quedar bien para favorecer ciertos intereses. Prohibido
también el club donde tenían sus borracheras
[…] A estos jolgorios se sentían muy honrados de
asistir algunos invitados nativos, como gente rica de San Pedro y
San Julián, empleados del Gobierno, profesionales de la
Medicina o de la Ingeniería y Derecho, y ¡claro! Las
muchachas bellas de la zona, de esas =agringadas‘ que
chapucean el inglés y se sientes felices de ser cortejadas
por algún rubio norteamericano inculto, de esos =tirados
con honda‘ a estas tierras de pan llevar.? Página
30. Pero; siempre hay un pero: si don Pablo no atiende razones
económicas, habrá que enviar al Comandante
Joaquín Landa para que le dé un buen susto: a punta
de dólares o a punta de… tendrá que entender
este terrateniente que se opone al progreso de San Julián,
pues sólo eso es lo que recibe por la benefactora mano de
La Compañía (página 31). Total, La
Compañía 43

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44 ya lo ha hecho antes, comprando diputados y hasta presidentes.
Así pues, Mr. Morris irá con don Pablo para
hablarle del asunto y convencerlo y de paso tratará de
visitar a la maestra Fernanda, pues él también
está enterado de su presencia en el pueblo y no
estaría mal ?combinar sabiamente el trabajo con el
placer?, página 32. La razón que esgrime La
Compañía para demostrar la necesidad de comprar o
quitar sus tierras a los Banegas es tan simple en su
presentación (ahorrar camino para llegar al puerto) como
tremenda en sus implicaciones económicas. La
disminución en kilómetros para llegar a ?Cutamel?
(página 32) es la obsesión o necesidad de
acrecentar la exportación de banano pero disminuyendo
costos en la transportación por medio del ferrocarril
propiedad de la misma. Y esto de ?Cutamel? bien podría ser
una clara intención de la autora para ofrecer una pista al
lector en cuanto a la ubicación geográfica de los
acontecimientos que narra. Si en Guatemala existió una
United Fruit Company que dominó el medio durante
más de 60 años en el siglo XX, incluido el
período 1918-1940, en Honduras también operó
pero tuvo la fuerte competencia de la Cuyamel a la que
terminó absorbiendo, no sin antes casi provocar una guerra
entre los dos países, cuyos tontos Presidentes
–dominados por la respectiva empresa– pecaron de
ingenuos pretendiendo defender el respectivo territorio con el
patrioterismo aldeano que los caracterizaba, lo cual narra
magistralmente Virgilio Rodríguez Beteta (1885-1967) en No
es guerra de hermanos sino de bananos ; como evité la
guerra en Centroamérica en 1928 (1969) Así era
aquel mundo de 1918 a 1940: ?dominado por la gran
compañía bananera, que podía armar
revoluciones […] y tener de su lado, siempre al Gobierno
de turno, en la pequeña república centroamericana?,
página 33. Mundo con su selva verde que se iba perdiendo
por la mano del hombre, patrocinada por los dólares verdes
que en el futuro sólo traerían más pobreza.
Como para Díaz Lozano queda la esperanza que algún
día todo este dominio extranjero se acabe por medio de un
fuerte viento que se lleve a La Compañía
(página 34), el lector no podrá dejar de pensar que
para decir esto se inspiró en Miguel Ángel Asturias
y su trilogía bananera, especialmente Viento Fuerte
(1950); al respecto no se ofrece disquisición alguna, para
evitar alargar esta reseña. Solo se comenta que
Rubén Darío en tres opúsculos escritos en su
juventud habla del aquilón o viento violento, fuerte, que
viene del norte. 44 En Mayapán (1950), la autora concluye
la novela señalando que el mundo de los mayas llegó
a su fin con un poderoso viento, el cual creció hasta
hacerse huracán, pero de cuatro vientos. Nótese que
Díaz Lozano indica que el período histórico
que cubre en su novela se sitúa entre 1918 a 1940. Esto
lleva a razonar que si Jesusita tiene casi diez años,
aunque al inicio de la ficción es de ocho, es porque
nació precisamente en 1918 y Díaz Lozano en 1912:
¡casi una coincidencia! ¿Autobiográfica como
en Peregrinaje (1944)? Darío, Rubén; Primeros tres
opúsculos. Prólogos de José Jirón
Terán. Presentación y notas de Fernando
Solís B. Managua, Nicaragua : Colección ?Biblioteca
Dariana?, Fondo Editorial CIRA, 2003. Páginas 22, 36 y 50.
44

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